LA FORMACION BONIFICADA O FORMACIÓN PROGRAMADA PARA LAS EMPRESAS EN POCAS Y CLARAS PALABRAS.

Nadie debería dudar hoy día que la formación empresarial, o para ser más precisos, la formación de los trabajadores, es un factor fundamental del desarrollo de la empresa y debe considerarse, por lo tanto, un activo más de éstas. Sin embargo, muchas pymes consideran la inversión en formación un hándicap y no la llevan a cabo para no incurrir en estos gastos, mermando sus posibilidades de crecimiento y, en ocasiones, jugándose el ser expulsados del terreno de juego empresarial por no modernizarse y adaptarse a los cambios a tiempo.

La formación continua de demanda, formación programada para las empresas o, como más popularmente se la conoce, formación bonificada, supone un recurso clave para eliminar de un plumazo las excusas de ver en la formación laboral un coste inasumible. Esta formación, (mal llamada formación subvencionada, cursos subvencionados o cursos gratuitos para trabajadores, por no tratarse realmente de una subvención), proporciona a las compañías un crédito de formación para disponer en cursos para los trabajadores que les permitan desarrollar sus competencias clave y poder así aumentar la competitividad de las empresas.

Fundae, o lo que es lo mismo, la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (la antigua Fundación Tripartita), es la garante del desarrollo y vigilancia de este modelo de formación profesional para trabajadores.

En realidad,la formación bonificada es un modelo muy versátil, que permite racionalizar un recurso accesible para todas las empresas que dispongan de al menos un trabajador en el régimen general, (el denominado crédito de formación). Este crédito (un mínimo garantizado de 420€ anuales para aquellas empresas que hayan cotizado menos de esa cantidad en concepto de formación profesional) permite acceder a formación bonificable, esto es, deducible de las cotizaciones en la Seguridad Social posteriores a la impartición de la formación, resultando finalmente una formación gratuita, si entendemos por ella que lo que pagamos en la factura de los cursos para los trabajadores, deja de pagarse en las cotizaciones posteriores; pero que, realmente, la existencia de este crédito es producto de una cotización previa.

Esto es incluso más interesante desde el momento en que se dio a las empresas de menos de 50 trabajadores la posibilidad de acumular el crédito de formación no dispuesto anualmente, en los ejercicios posteriores, lo que permite, por una parte, no perder el crédito y, por otra, poder hacer frente a formaciones más específicas o cursos para trabajadores que son más costosos, con una cantidad acumulada de crédito de formación mayor.

Pero también las empresas tienen que realizar una aportación en la formación bonificada. La cofinanciación es la parte porcentual que las empresas tienen que aportar a la financiación de la formación, distinta de unas empresas a otras en función del número de trabajadores de éstas. Esta cofinanciación no necesariamente se tiene que satisfacer de manera dineraria, sino que puede hacerse, por ejemplo, estableciendo que todo o parte de los cursos para los trabajadores se realice en jornada laboral. De esta manera, la empresa ya está realizando su aportación a la financiación de la formación programada.

La mejor forma de poder tener todos estos aspectos cogidos, calculados de antemano, de no dejar nada al azar y de poder organizarlo todo de manera eficiente, es contar con un buen plan de formación. Contar con la asistencia de una entidad organizadora de formación bonificada, con la suficiente experiencia y conocimiento del mundo de la formación continua para trabajadores como para poder ofrecer un servicio integral a las empresas, diseñando un buen plan de formación a medida, ofreciéndoles formación de calidad en la línea de sus necesidades, con un buen catálogo de cursos presenciales y online y proporcionándoles toda la información de manera previa para que las empresas puedan llevar a cabo los cursos sin incidencias ni sorpresas posteriores.

El hecho de realizar cursos bonificables, por el mero hecho de que nos vendan que son cursos gratuitos, sin ninguna planificación previa y sólo por el hecho de que se pierde el crédito de formación antes de la finalización del año, es una manera ineficiente de aprovechar este recurso, ya que en no pocas ocasiones, las empresas realizan cursos que no son necesarios para los trabajadores de la empresa y dejan de hacer otros que, con una buena planificación, permitirían a la propia compañía crecer en eficiencia.

Para la próxima edición de nuestro blog, cómo tiene que realizarse un correcto plan de formación para las empresas y qué cursos bonificables son susceptibles de que nos supongan un susto, más que una alegría.

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